Ante el Estado colonial decimos: la tierra le pertenece a los Pueblos 8 abril, 202016 junio, 2020 Ante el Estado colonial decimos: la tierra les pertenece a los Pueblos Por Lilia Cap Sir y Edgar Esquit «No me va a tomar el pulso para declarar estado de sitio, para la suspensión de todas las garantías en esos dos municipios o paran o yo voy a llegar a pararlos […] Tenemos suficientes problemas en este país para que se sigan peleando estúpidamente por un pedazo de tierra que ni siquiera les pertenece a ellos, le pertenece a Guatemala… o paran o declaro el estado de sitio, la suspensión total de las garantías y voy a militarizar esos dos pueblos… única advertencia que hago». Las palabras del patrón Giammattei, infructuosamente, intentan borrar toda la historia de los Pueblos y las comunidades indígenas en Guatemala. Asimismo, gritar desde la finca es fácil si se tiene todo el poder del látigo para amenazar, para atemorizar a los sirvientes, a los mozos. Hablar en términos racistas puede ser parte del sentido común de muchos guatemaltecos, pero no para los Mayas, porque no permitiremos ser denigrados ni humillados, nunca más. ¿Cómo se atreve a decir, señor presidente, que las tierras no nos pertenecen? Obviamente sus ancestros, sus abuelos, nunca le explicaron (¿por qué lo harían?) que a lo largo de la historia los Mayas hemos tenido que comprar dos o tres veces (sino es que más) las mismas tierras que los españoles nos despojaron. En la época Colonial, los Pueblos tenían la caja de comunidad, a través de la cual recaudaban dinero con mucho sacrificio, un recurso que varias veces usaron para comprar sus propias tierras a la Corona. Luego, cuando surgió el café en la época del liberalismo, los Mayas fueron despojados de sus tierras de nuevo; entonces, otra vez tuvieron que litigar contra los usurpadores y, gastando el dinero que habían ganado con mucho esfuerzo, algunos lograron recuperar las tierras, pero la mayoría no. En años recientes, otras comunidades que tuvieron que escapar del genocidio abandonaron sus tierras y, cuando regresaron, después de la firma de los maltrechos Acuerdos de Paz, esas tierras estaban en manos de otras personas, por lo que otra vez tuvieron que luchar por ellas. Y ahora la minería, las hidroeléctricas, el cultivo de palma africana… basta ya. Es fácil decir que la tierra en disputa en Nahualá e Ixtahuacán es de Guatemala, intentando suprimir la historia de despojos sufrida por los Pueblos y las comunidades indígenas. Como gobernante, el señor Giammattei debería saber que el conflicto entre esas dos comunidades está estrechamente vinculado a los despojos coloniales y, principalmente, a los que se produjeron a partir de la Reforma Liberal de 1871. En aquel momento, el Estado arrebató las tierras de los Pueblos para entregárselas a migrantes italianos, alemanes e ingleses o a guatemaltecos ricos que crearon las grandes plantaciones cafetaleras en la boca costa y las fincas de mozos en el altiplano indígena. En esa época, según la tradición oral de la gente de la región, los líderes de las comunidades ahora en conflicto se reunieron con el presidente Lisandro Barillas para informarle que ellos habían comprado tres veces ya, durante el siglo XIX, las tierras de Parraché en la boca costa que dicho gobernante pretendía quitarles. Los k’iche’ habrían dicho a Barillas: «¿Y ahora desea que se las compremos? Muy bien. Hemos traído dinero. ¿Cuánto quiere que le paguemos por nuestras propias tierras, señor presidente?» (González, Francisco, 2013). Con todo este despojo liberal, muchas comunidades quedaron con mínimas cantidades de tierras, bienes comunales que después el mismo Estado, a principios del siglo XX, convirtió en minifundios a través de sus leyes privatizadoras. Posteriormente, la desaparición de la tierra comunal y la minifundización provocaron diferentes conflictos comunales, algunos tan fuertes como los que vivieron y viven Nahualá e Ixtahuacán hasta la actualidad. Entonces, los conflictos por tierras han sido provocados por el Estado colonial al despojar y desconfigurar las formas de posesión, los territorios y las formas de vida comunal de los Mayas. De la misma forma, llamar estúpida a la gente maya puede ser normal para muchos guatemaltecos, para un gobernante acostumbrado a hablar y mandar como un patrón de finca cafetalera o como un encomendero colonial. Sin embargo, los Mayas no podemos normalizar el racismo que corre todos los días en este país porque no podemos permitir que nadie regularice esa aberración colonial que busca humillar a la gente con el fin de seguirla controlando para que sea una población y una fuerza de trabajo dócil. El racismo y la voz estruendosa del gobernante solamente muestran que Guatemala sigue siendo la finca dirigida por élites inconscientes e ignorantes de la historia, que intentan borrar con una palabra y con autoritarismo las complejas vidas en las comunidades mayas en la actualidad. La voz de Giammattei emite palabras tremendas con un gran peso racista, esos bramidos de los repudiables e interminables patrones de finca y de los abominables capataces de pueblos (estamos hartos de ellos), ladinos que manejan el país y las municipalidades con el garrote en las manos, listos para apalear a cualquier indio insurrecto. Es por esto y más que vivimos en un Estado colonial. Hoy decimos que las tierras son de los Pueblos y de las comunidades porque tenemos memoria sobre ello. En la época antigua, nuestros antepasados tenían otras formas de concebir el espacio, nuestros abuelos lucharon por las tierras, porque las necesitaban para reproducir la vida. Ellos nos heredaron sus formas de pensar y de sentir las montañas, los ríos, valles, bosques y barrancos. Nosotros nombramos en nuestros idiomas cada espacio, cada pedazo de tierra con la que nos relacionamos. Aquí yacen los restos de nuestros antepasados, con quienes seguimos conviviendo; el maíz crece en nuestros campos; día tras día, cultivamos la planta sagrada para alimentarnos y alimentar a los guatemaltecos. Aquí están los espíritus, los rajawal, que cuidan nuestros espacios, compartimos la vida con ellos. Nuestro k’u’x se une con el k’u’x de la tierra y del cielo que nos proveen de lo que necesitamos para vestirnos, comer, recrearnos o para sobrevivir en el mundo colonial que nos han impuesto los patrones. El Estado quiere la violencia que vive y protagoniza la gente en Nahualá e Ixtahuacán para imponer estados de sitio, pero nosotros nos hemos sentido sitiados siempre en el mundo colonial, nuestras garantías han estado suspendidas desde hace cientos de años. El azote, la cárcel, el trabajo forzado hacia hombres y mujeres, el asesinato, el racismo, todo es un despojo, una humillación provocada por el Estado y los ricos. Por eso, no sentimos nuestro este Estado guatemalteco, que nunca nos ha asumido como sujetos individuales y colectivos con derechos. Este Estado y los criollos siempre nos han visto como sirvientes, como gente para ser amedrentada, como incivilizados que no aceptan el desarrollo, como terroristas cuando nos oponemos a las órdenes de los patrones, cuando exigimos que nos dejen vivir como humanos. La violencia terrible que se reproduce en Nahualá e Ixtahuacán es producto del Estado colonial y le sirve para oprimir a las personas, a los Pueblos y a las comunidades. Post Views: 536 Comparte en sus redes: Estado colonial Racismo Estado colonialRacismo
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Urge avanzar en la construcción de una red de comunidades y pueblos mayas en la defensa de nuestros territorios y recursos. El Convenio 169 de la OIT, y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2007) constituyen actualmente importantes herramientas jurídicas internacionales para la gestión de nuestros derechos. Responder
Muy objetivo el trabajo de ustedes, que demuestra que vivimos colonizados y no tenemos mayor información de la reproducción del colonialismo. Yo he compartido en mi red de whatsApp a los amigos y amigas, porque nos crea reflexionar porque estamos como estamos. Gracias por estos aportes. Debemos escribir lo que esta sucediendo en nuestras comunidades sobre la pandemia, sobre todo la manera que están actuando las autoridades locales y la iniciativas de la sociedad civil. Responder
Tuve la oportunidad de crecer en medio de dos mundos en un solo municipio y desde un principio me fue difícil discernir cual de los dos era el que sustentaba la razón de su accionar. Me dolía observar el despreció con el que se trataban en la escuela donde estudié la primera mis compañeros y resultaba que el que oprimía era un mestizo que se aprovechaba de su apellido de origen Español. Somos un solo pueblo, somos una sola nación tenemos que trabajar juntos no aprovechar el momento que estamos pasando para seguir con la misma retórica. El racismo existe dentro de los pueblos originarios casi al nivel de las castas en la India. Los pueblos siempre se han sido sometidos por el más poderoso. A todos los territorios llegaron sus avitantes de otro lado migrado, mi punto es que al final a esta tierra unos vinieron antes que otros ninguno se originó aquí. Trabajemos para que exista la libertad entre los poderes, que exista certeza jurídica, que las mafias que están enquistadas en la plática no tengan oportunidad de seguir decidiendo por nosotros Responder
La lucha no es de razas, la lucha es de clases sociales. Soy mestizo, un término acuñado por la colonia y adoptado por grupos indígenas para diferenciarnos y sobre todo para decirnos a nosotros: “ustedes no tienen derecho a reclamar, por que no son indígenas”. Conozco a gente no indígena, no maya, que tiene que parir todos los dìas de su vida por ganarse el pan, como también conozco indígenas dueños de grandes tierras, ojala hayan sido obtenidas con justicia. También conozco pseudo-indígenas que se cuelgan de las barbas del ideal “Somos víctimas” solo para obtener un beneficio personal. Hay élite no indígena como lo hay elite indigena. El dìa que dejemos de romantizar las culturas y nos veamos a todos como igual, salvando las obvias excepciones, el dìa en que realmente la lucha sea para los menos favorecidos sin importar, raza, religiòn, cultura y todo tipo de etiqueta, ese dìa daremos un gran paso como sociedad. Responder
Realmente es impresionante y la vez es doloroso el pasado de nuestros ancestros por esas tierras…gracias por este aporte que nos ayuda a comprender el problema de las dos comunidades…el presidente debe de buscar una solución a esto y no hablar tajantemente queriendo arreglar las cosas con una varita mágica…debe de leer esto talvez a si entedera el porqué de este asunto. Responder
Excelente artículo. Todo un recorrido histórico de lo que ha sido el despojo versus la lucha y defensa de la madre tierra desde nuestros los Pueblos. La turra, un bien colectivo para la vida, no un recurso que se “ vende” al mejor postor. “ La tierra es de quien la trabaja” (Víctor Jara) Responder