Notas Sobre Racismo Académico 17 mayo, 20184 julio, 2018 "No se puede descolonizar el conocimiento sin destruir sus jerarquías raciales"Aura Cumes “Ser sirviente no es solo una situación laboral sino una condición racial/étnica y social, por eso “la sirvienta” y “el sirviente” pertenecen a un sector subordinado de la sociedad en tanto colectivo (como los pueblos indígenas o como pobres) y los patrones pertenecen al sector que gobierna (criollos, blancos, extranjeros, ladinos y mestizos). Esto mueve a pensar en cuáles son los mecanismos por los que los sirvientes son también los gobernados. Es allí donde la racionalidad patronal debe cuestionarse a la luz de cómo el sistema colonial organizó no solo el Estado, sino la sociedad y la vida misma.” “Existen esfuerzos por descolonizar el conocimiento desde los indígenas, pero nos encontramos con que el medio nacional en que se mueven nuestras ideas, terminan relegándolas más rápido que dialogando con ellas… Además nuestro intento de pensar con autonomía o independencia se ve afectado por la costumbre de querer vernos tutelados. Por eso, no se puede descolonizar el conocimiento sin destruir al mismo tiempo las jerarquías raciales y las relaciones de poder que lo soportan.”“El ejercicio de lo político en sentido amplio no siempre está favorecido por la educación oficial, al contrario, la escolarización tiene la particularidad de promover el potencial económico de los cuerpos disminuyendo su fuerza política. Ha ido aumentando lentamente la cobertura educativa aunque los métodos, la calidad y el sentido de ésta, sigue siendo agresiva y disciplinaria para las mujeres indígenas. Pero es lo que hay, y aprovecharlo es muy importante también porque estas herramientas nos sirven, si así lo queremos, para cuestionar y desafiar al mismo sistema conociéndolo desde adentro.”“Existen personajes mayas que fueron cautivados por los discursos indigenistas retomados por el multiculturalismo más superfluo para quienes el reconocimiento de la cultura es la solución de todos los problemas de los pueblos mayas. Para ellos no resulta problemático que “lo maya” convertido en emblema se adapte a cualquier discurso, incluso el orientado al despojo y a la represión.” 1. ¿Podrías comentarnos cuáles han sido hasta ahora los aprendizajes de tu paso por la academia, qué te gustaría resaltar? Es difícil para mí pensar solo en términos de “aprendizajes”. El campo académico para quienes estamos en posiciones de subalternidad o inferiorización, aunque no lo queramos, es un lugar de poder y un campo de lucha, precisamente porque hay jerarquías y privilegios coloniales y patriarcales, que también le dan forma y sentido; pero desafortunadamente no se abre mucho a una autocrítica que permita dar cuenta de ello. Por ejemplo, salvando las excepciones, es común que a los indígenas que llegamos a estos espacios aun teniendo formación equivalente, no nos vean como colegas o interlocutores válidos, sino como quienes vamos a aportar insumos, experiencia, materia prima o rellenar la cuota de apariencia de “inclusión” de los indígenas. Muchos insisten en imponernos mentores como si nuestra existencia solo tiene sentido siendo discípulos.Hay centros de investigación o universidades que se mueven con habilidad para captar los nuevos discursos reivindicativos indígenas, campesinos y de mujeres, reproduciendo las jerarquías que afirman cuestionar. Sus dirigentes se hacen intocables a la crítica y cuando esto sucede se deshacen impunemente de los molestos indígenas no sin antes expropiar sus conocimientos. Sé de casos concretos algunos que han sido denunciados valientemente por investigadoras indígenas mujeres en la Universidad Rafael Landívar, otro caso mío acaecido en el 2013 al interior de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales (AVANCSO), y una lucha más librada en el Instituto de Estudios Interétnicos, comúnmente bajo la indiferencia de los colegas ladinos “con discursos solidarios” y mayas acomodados en esos espacios, con excepciones. Debo decir, que hay colegas ladinos, mestizos y extranjeros que muestran su desacuerdo en que los conflictos y expulsión de los mayas de los centros de investigación se relacione con racismo pues ellos o ellas sin ser indígenas los han enfrentado también. Esto es cierto en parte, pero no hay que perder de vista, que las lógicas de las relaciones de poder, tocan el lado más vulnerable de los afectados. Es frecuente que a los indígenas, especialmente a las mujeres, se les grite, se les ningunee, se les dé órdenes, se les hable con imperativos, se les trate con indiferencia cuando no se les necesita, pero con una hipócrita deferencia cuando son necesarios. Por esta crítica un colega dijo en una oportunidad, “lo mejor entonces es no contratar indígenas, menos mujeres indígenas para evitarnos problemas”, y de hecho,hay quienes claramente optan por esta vía, me parece que es la más común. Estos académicos, orgullosos de su comportamiento “democrático” optan por ser neutrales, cuando se ha comprobado que los criterios de neutralidad, en sociedades que han generado desigualdades a partir de las diferencias –bien sean étnicas/raciales, de sexo/género y de cualquier otro tipo– generan efectos contrarios a los esperados: más que producir resultados igualadores perpetúan las desigualdades ya existentes.de sexo/género y de cualquier otro tipo– generan efectos contrarios a los esperados: más que producir resultados igualadores perpetúan las desigualdades ya existentes.de sexo/género y de cualquier otro tipo– generan efectos contrarios a los esperados: más que producir resultados igualadores perpetúan las desigualdades ya existentes. Hay que recordar además que el racismo institucional no siempre es evidente, se da por reproducción de las condiciones, teniendo efectos tanto individuales como colectivos. Por eso, al retirarse la cooperación, que es la que sostiene en gran medida a los centros de investigación, ocurre que los espacios laborales se reducen, pero paradójicamente quienes van siendo expulsados son los indígenas principalmente las mujeres. A mi parecer el racismo en estos lugares se ha sofisticado, tiene formas perversas de operar y ocultarse. Volviendo entonces a la pregunta ¿Qué he aprendido en la academia? He aprendido que el conocimiento, los métodos y las técnicas no son neutrales ni están fuera de las relaciones de poder. Por eso, nuestra experiencia como sujetos históricos indígenas, nos permite dar cuenta de las relaciones de poder y de dominación,desde otros lugares y perspectivas. Nuestra visión es fundamental para crear interpelando a la vez las formaciones ideológicas y epistemológicas dominantes, pero también a las jerarquías coloniales y patriarcales que subyacen a las condiciones de generación de conocimiento. He insistido en algo que me parece perfectamente posible si se quisiera: que nuestras voces alcancen un estatus dialógico; ni más ni menos. 2. Cuéntanos un poco acerca del trabajo de investigación que te encuentras llevando a cabo en este momento. Lo último ha sido mi tesis doctoral en que me propuse problematizar la “naturaleza” del “trabajo doméstico” a la luz de las condiciones históricas, las estructuras sociales y de poder de las que forma parte. Exploré cual es el sistema de relaciones sociales en que las mujeres indígenas, en particular, son convertidas en “sirvientas”. En otras palabras busqué entender a qué tipo de organización social y a qué economía política responde esta forma de dividir socialmente el trabajo, que se basa en un método jerárquico y necesita de mecanismos de despojo para funcionar. La investigación me ha llevado a pensar que el “trabajo doméstico” contemporáneo en Guatemala, más que un empleo o categoría ocupacional, responde a una institución de servidumbre producida y normada en relaciones coloniales-patriarcales de poder. Esto significa que el encuentro,la interacción y la dependencia entre “patronas” y “sirvientas”, están inscrita en una “cultura de servidumbre” que normaliza las relaciones de dominación con que se configuran tanto la esfera pública como la privada. Así, la casa (el hogar o la familia) no es un espacio privado ajeno sino un ente conformado y conformador de la sociedad pues funciona de acuerdo a las lógicas organizativas, los imaginarios, los mandatos y las formas típicas de autoridad. Si la casa es un espacio de dominación privada es también un lugar donde esta dominación puede desestabilizarse, es por eso que el ideal “civilizatorio” deseado para las “sirvientas”, está enfocado a la fabricación de una buena trabajadora, o más bien, una “buena sirvienta”, pues esta disciplina busca mantener la estabilidad de la servidumbre frente a los mecanismos que la desafían. El papel que las “sirvientas” cumplen en las casas, es el imaginario social deseado para los indígenas, las mujeres y los pobres en la sociedad guatemalteca. Pensar a la trabajadora como “sirvienta” y al trabajo doméstico como servidumbre, es una racionalidad compartida por la sociedad en su conjunto. Es decir, cualquier empleador puede disfrutar y por ello defender esta institución de servidumbre porque está configurada en su beneficio. Ser sirviente no es solo una situación laboral sino una condición racial/étnica y social, por eso “la sirvienta” y “el sirviente” pertenecen a un sector subordinado de la sociedad en tanto colectivo (como los pueblos indígenas o como pobres) y los patrones pertenecen al sector que gobierna (criollos, blancos, extranjeros, ladinos y mestizos).Esto mueve a pensar en cuáles son los mecanismos por los que los sirvientes son también los gobernados. Es allí donde la racionalidad patronal debe cuestionarse a la luz de cómo el sistema colonial organizó no solo el Estado, sino la sociedad y la vida misma. 3. Alrededor de los Acuerdos de Paz existió en Guatemala un importante movimiento maya. ¿Cuál es tu lectura de los espacios ganados y los aspectos más frágiles del mismo, a varias décadas de su emergencia? Esta efervescencia de organizaciones y personalidades mayas dedicados a las reivindicaciones político-culturales ha pasado. Ahora vivimos otro tiempo en que hay una acción política intensa en las localidades que enfrentan procesos de despojo por la intrusión de proyectos extractivos. Muchos de estos movimientos locales tienen un fuerte arraigo histórico, reflejan una trayectoria de lucha política, es decir que no se articulan hasta ahora, por eso la realidad actual que amenaza la vida de sus habitantes genera caminos de convergencia en torno a la defensa común de la vida y del territorio. Pero me parece que hay luchas locales que retoman parte del legado de las organizaciones o el movimiento maya. El orgullo de ser mayas, tener un idioma, cultura, cosmovisión, espiritualidad y su definición como pueblo aporta a las ideas locales de autonomía que se están estructurando alrededor de la defensa del territorio. No estoy hablando con esto, de algo que fluye de arriba hacia abajo, para nada, al contrario, éstos movimientos locales se auto-convocan y aprovechan ideas producidas por el pasado movimiento maya. Esto no tendría por qué ser raro pues las organizaciones y el movimiento maya se alimentaron en su momento de lógicas comunitarias, políticas y culturales que forman parte de la vida social de los indígenas. Por otro lado, este encuentro no significa que los actores mayanistas estén vinculados a las luchas locales, algunos si lo están, pero a muchos otros se les ven distantes, otros incluso forman parte o se convirtieron en aliados de los gobiernos de turno que se relacionan con los pueblos indígenas a través de la represión. Existen personajes mayas que fueron cautivados por los discursos indigenistas retomados por el multiculturalismo más superfluo para quienes el reconocimiento de la cultura es la solución de todos los problemas de los pueblos mayas. Para ellos no resulta problemático que “lo maya” convertido en emblema se adapte a cualquier discurso, incluso el orientado al despojo y a la represión. 4. En las últimas décadas se ha hablado de una mayor participación de las mujeres indígenas en la vida social del país y de un mayor acceso de las mujeres a la educación. ¿Cuál sería tu valoración sobre esto? Yo me atrevo a decir que “la participación de las mujeres indígenas” como se dice en la pregunta, ha sido una constante en la historia de este país. Aunque no abundan los registros del pasado, los pocos que hay, nos hablan de mujeres que siempre han cuestionado las formas de poder, pero que también por ello han sido reprimidas y forzadas a aceptar un “rol doméstico” o de reproducción privada, no tanto de su familia, sino de las familias no indígenas de este país. Los cuerpos y los poderes productivos y reproductivos de las mujeres indígenas y pobres han sido expropiados y colocados al servicio de la economía política colonial de Guatemala. Me parece que lo que ha habido en los últimos tiempos es una visibilidad y un reconocimiento incipiente de su participación.La promoción de su participación y quehacer político se da un contexto relativamente favorable para romper con esta condición de servidumbre impuesta por el mismo sistema que ahora piensa que nos da oportunidades. No nos dejemos engañar con esto. Recordemos que en las luchas actuales por la defensa del territorio las mujeres están a la vanguardia, defendiendo la vida, los territorios y los bienes naturales, creando comunidad y sociedad, es decir haciendo una política distinta e innovadora, pero han sido impunemente reprimidas, perseguidas, capturadas, porque el poder colonial y patriarcal las quiere ver sumisas.Recordemos que en las luchas actuales por la defensa del territorio las mujeres están a la vanguardia, defendiendo la vida, los territorios y los bienes naturales, creando comunidad y sociedad, es decir haciendo una política distinta e innovadora, pero han sido impunemente reprimidas, perseguidas, capturadas, porque el poder colonial y patriarcal las quiere ver sumisas.Recordemos que en las luchas actuales por la defensa del territorio las mujeres están a la vanguardia, defendiendo la vida, los territorios y los bienes naturales, creando comunidad y sociedad, es decir haciendo una política distinta e innovadora, pero han sido impunemente reprimidas, perseguidas, capturadas, porque el poder colonial y patriarcal las quiere ver sumisas. El ejercicio de lo político en sentido amplio, no siempre está favorecido por la educación oficial, al contrario, la escolarización tiene la particularidad de promover el potencial económico de los cuerpos disminuyendo su fuerza política. Concuerdo en que ha ido aumentando lentamente la cobertura educativa aunque los métodos, la calidad y el sentido de ésta, sigue siendo agresiva y disciplinaria para las mujeres indígenas. Pero es lo que hay, y aprovecharlo es muy importante también porque estas herramientas nos sirven, si así lo queremos, para cuestionar y desafiar al mismo sistema conociéndolo desde adentro. 5. Se ha reflexionado acerca de las especificidades culturales que se nombran a sí mismas en Guatemala, es decir, que van más allá de genealogías propuestas desde espacios de poder, pero también del esencialismo, explorando la existencia de saberes específicos y de micropolíticas que escapan a una supuesta universalidad histórica. A la luz de lo anterior ¿crees que actualmente existen en Guatemala intentos de descolonizar el conocimiento desde las reflexiones y las obras de académicos e intelectuales indígenas? Me cuesta comprender a que se le llama “especificidades culturales” ¿Qué es lo que le da a algo, la categoría de específico? ¿Su minorización o marginalidad? En este sentido yo diría que los indígenas no somos una especificidad cultural. Utilizando estas mismas categorías podríamos pensar en que hay muchas especificidades que se han impuesto como universales, pero son eso, especificidades que tienen el problema de pensarse a sí mismos como universales. Esta es claramente la raíz de lo colonial, que una especificidad se coloca como universal y domina. Sobre los intentos de descolonizar el conocimiento, me parece que es a los indígenas actores políticos y académicos, a quienes más nos ha interesado hablar de ello últimamente. Quienes no son indígenas con raras excepciones, no lo tienen como prioridad ¿por qué? este es otro gran tema. Los académicos e intelectuales tanto no indígenas como mayas que hablaron de Guatemala como una sociedad colonial hace cuatro o tres décadas no tuvieron una interlocución que permitiera debatir sus ideas. Pero ahora, hay un fenómeno que llama mi atención. De pronto en Guatemala se empieza a hablar de colonialidad, una tendencia que se ha vuelto novedad en toda Latinoamérica, y es propuesto por académicos no indígenas quienes por su posición de poder en la generación de conocimientos han llegado hasta nosotros. Estas producciones son valiosas, necesarias, indudablemente; sabemos que son voces del sur en el norte, pero lo curioso es que se las recibe en muchos lugares de Latinoamérica como voces del norte para nuestro sur, porque no se les da una categoría dialogante, sino se les otorga exclusividad o superioridad en el análisis de lo colonial, subordinando o ignorando las producciones locales. Basados en estos estudios, de pronto se habla de la condición colonial de Latinoamérica frente a EE.UU o Europa, pero se deja de lado el colonialismo interno y su conexión con el colonialismo externo. De pronto surgen intelectuales,académicos o artistas no indígenas de los países del “tercer mundo” que se sienten colonizados frente a sus colegas del norte, pero ¿en qué momento van a revisar y cuestionar su posición de poder como no indígenas al interior de sus países? Por las lógicas del conocimiento colonizado que hemos heredado, es habitual que para entender nuestras realidades miremos primero hacia afuera, o quizás exclusivamente hacia un exterior a quien concedemos autoridad. Esto ha pasado ya con las teorías de izquierda y feministas. La problematización de lo colonial desde los investigadores indígenas en Guatemala, sigue teniendo poco eco, pero seguimos pensando en ello. Esa es una prioridad de nuestro pequeño colectivo como Comunidad de Estudios Mayas. Nuestra insistencia es pensar el colonialismo como una realidad contemporánea, activa, contestada también; quizá esto nos diferencia de investigadores ladinos, mestizos o extranjeros que estudian Guatemala, que ven el colonialismo como una época pasada. De manera que si existen esfuerzos por descolonizar el conocimiento desde los indígenas,pero nos encontramos con que el medio nacional en que se mueven nuestras ideas, terminan relegándolas más rápido que dialogando con ellas, porque nuestro lugar en la investigación es la del sujeto subalternizado. Además nuestro intento de pensar con autonomía o independencia se ve afectado por la costumbre de querer vernos tutelados. Por eso, no se puede descolonizar el conocimiento sin destruir al mismo tiempo las jerarquías raciales y las relaciones de poder que lo soportan.no se puede descolonizar el conocimiento sin destruir al mismo tiempo las jerarquías raciales y las relaciones de poder que lo soportan.no se puede descolonizar el conocimiento sin destruir al mismo tiempo las jerarquías raciales y las relaciones de poder que lo soportan. 6. Dentro de las reflexiones contemporáneas acerca de la etnicidad existen diferentes posiciones, algunas de ellas contrapuestas de manera radical. Algunos prefieren hablar desde un esencialismo que pareciera estar mediado por una posición política de reivindicación de lo Maya ancestral; otros, sin embargo, reflexionan sobre la identidad desde posiciones menos rígidas. ¿Crees que actualmente podría hablarse de nuevas identidades indígenas? Y ¿cómo se sitúan las mujeres dentro del marco anterior? Efectivamente hay posiciones rígidas, como ustedes dicen, de entender el ser maya, hay otras más fluidas y otras más pluralistas. Muchas mujeres, yo soy una de ellas, hemos criticado las posiciones rígidas porque éstas lo que hacen es negar la historia que nos ha producido como mayas. En aquel tiempo en el estudio “mayanización y vida cotidiana”, opiné y lo sigo sosteniendo, que nos unificaría más una identidad política como mayas, que una identidad cultural en sentido limitado. Opino que las posiciones rígidas no están solo en las mujeres y hombres mayas, he visto a hombres y mujeres ladinos, mestizos y extranjeros que difunden estas ideas rígidas, que podríamos definir como esencialismo, limitando la posibilidad de que las y los mayas podamos construir en pluralidad. Lo que hacen es usar su autoridad,para legitimar una corriente con la que ellas o ellos se sienten a gusto. Esto me parece muy peligroso porque están interviniendo directamente en nuestra libertad para crear desde la heterogeneidad que es donde me parece que se puede construir. Pienso que reconocer que somos heterogéneos y hacer intentos de construir desde allí, nos permitirá también desligarnos de las ideologías conservadoras y monistas de las que también somos herederos. Nota: Extracto de entrevista realizada el 31 de marzo del 2014, por Anabella Acevedo y Rossina Cazali, denominado “Conversación con Aura Cumes”, publicada en Revista, Bienal de Arte Paiz.Fotografía: Carla Molina, 2018 Post Views: 493 Comparte en sus redes: Racismo Aura CumesRacismoRacismo Académico
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