El inquisidor Quispe y las “brujas” mayas 18 agosto, 201823 agosto, 2018 El inquisidor Quispe y las “brujas” mayas Por Aura Cumes Mostrar indignación frente al espectáculo folclórico-racista con que se inauguró la Feria Internacional del Libro (FILGUA-2018) el pasado mes de julio, ha tenido un alto costo, particularmente para varias mujeres mayas denunciantes, como lo explicaré en adelante. Lejos estuvo esta denuncia, de ser una lección contundente para los organizadores y para quienes, desde 1524, han buscado convertir toda la existencia de los Pueblos Indígenas en una mercancía. Pero es así como funciona el poder. Sin que fueran las únicas, integrantes del Movimiento Nacional de Tejedoras, junto a otras organizaciones firmamos un comunicado rechazando el espectáculo aludido, el cual mostraba una vez más la impunidad de los poderes estatales y privados que nos despojan, se comen nuestras vidas, nos desprecian profundamente, pero que al mismo tiempo, se disfrazan de nosotras y nosotros para divertirse, para mostrar “la cara de Guatemala” ante el extranjero, pero ante todo para hacer negocios.[1] ….. Paradójicamente una mujer maya capitalina, que por circunstancias de la historia y/o por decisión propia no usa la indumentaria maya, como pasa con otras mujeres y hombres, que no necesariamente tienen la misma postura que ella, hizo una aguerrida defensa de la FILGUA. Por un lado, minimizó la importancia de nuestra crítica, pero por el otro, creó la falsa idea de que las y los denunciantes nos indignábamos exclusivamente “por el folclor y los trajes indígenas” cual cosa superflua y separada de las luchas más importantes que ella respalda, tales como “como el desvío de ríos, la contaminación de los lagos, por las mineras, por los campesinos asesinados, por las y los presos políticos”. Esta desacreditación que reproduce la vieja práctica de fraccionar las luchas y jerarquizarlas, solo puede hacerse desde una pretendida superioridad moral y política sumamente nociva; muchas mujeres mayas en el campo y en las ciudades no tenemos razón alguna para separar las luchas pues en nuestra experiencia y quehacer político todas están conectadas, porque todas atentan contra nuestra existencia.[2] ….. Pero como dice el dicho, el hilo siempre se rompe por el lado más delgado. Lo anterior fue la excusa perfecta para desviar la atención de la crítica a FILGUA y concentrar las energías en hostilizar a quienes usamos la indumentaria maya, degradando el quehacer político alrededor de su reivindicación bajo el arcaico supuesto de que es un uniforme colonial. Como es común, el lenguaje colonial no se presenta en tono de debate, menos de diálogo, sino es un ejercicio de violencia a través del cual se emiten mandatos y formas de disciplinamiento. Los colonizadores acostumbran dar órdenes a los “indios” como los patriarcas a las mujeres, porque los y las asumen como inferiores. Utilizando este tono y en apoyo a la compañera maya defensora de FILGUA, un hombre que se nombra como Jubenal Quispe u Ollantay Itzamna, de quien desconozco su procedencia, escribió desde su cuenta de facebook “jjajaaj, yo te doy permiso al diablo con los trapitos y palitos coloniales”, a lo que ella responde satisfecha “Gracias!!! Eso estaba esperando!!!”, con lo cual acepta su “autoridad”.[3] ….. El señor Quispe, llama “palitos coloniales” a las varas de las autoridades indígenas, a las cuales él les da el significado de “falos” o “penes”, y sin importarle su procedencia antigua, el decreta que solo las pudieron inventar los españoles. El mensaje que deja Quispe es que las autoridades “son torpes” porque nada más las usan sin saber su significado quisperiano, ni su significado español; poco le importa a este individuo lo que para las comunidades y autoridades significan las varas, que es lo fundamental[4]. ….. Como “trapitos coloniales” se refiere a nuestra indumentaria, ignorando por completo los códices, la epigrafía, la pictografía, los textos indígenas, las crónicas coloniales, entre otras fuentes, donde se puede observar la vinculación directa de la indumentaria actual con la antigua.[5] En respuesta a su intransigencia, varias mujeres mayas le hicieron ver que nuestra indumentaria está cargada de conocimientos, dinamismo e historia, resultado de la gran creatividad y resistencia especialmente de las mujeres mayas. Esta no puede aislarse del todo lo que hace la vida; a pesar del despojo sistemático, nuestros Pueblos siguen cultivando sus alimentos, tejiendo su propia ropa, cuidando el agua, impartiendo sus propias formas de justicia y ejerciendo mecanismos de autogobierno, es decir, resuelven su vida, cosa que el dogmático señor Quispe no puede entender. ….. La crítica a nuestra indumentaria y la injuria contra quienes la reivindicamos, por desgracia no es nueva y no sorprende, pero la agresión del señor Quispe y la manera en que busca imponer su catecismo, no me pudieron dejar indiferente. Y me sigo preguntando ¿quién es ése hombre que con total impunidad nos degrada de la manera en que lo hace?, ¿quién es ése hombre, que desconociendo el tiempo largo de nuestras luchas como Pueblos Mayas y como Mujeres Mayas nos falta el respeto y nos destruye?, ¿quién es ése hombre capaz de violentar de la manera en que lo hace, a quienes tejemos y usamos la vestimenta maya con plena consciencia? No sé quién es, pero se comporta como un inquisidor y como tal es fanático, perverso, prepotente, dogmático, y cree tener superioridad moral y política sobre nosotras. A este hombre le ofende sobre manera nuestra existencia; le insultan nuestros cuerpos vestidos como mayas, nuestros pensamientos, nuestro trabajo, nuestras demandas y nuestras rebeldías políticas, por el simple hecho de que no seguimos sus postulados etnocidas. Por estas razones en adelante le llamaré el inquisidor. Las acusaciones del inquisidor Quispe En sintonía con los inquisidores de la época colonial, Quispe piensa que “los indios” pero especialmente “las indias” tenemos una propensión a la IDOLATRIA. Para sorpresa nuestra, han pasado cinco siglos y no nos hemos podido salvar de tales acusaciones, ni de los inquisidores. Al igual que aquellos obsesionados inquisidores que miraban demonios e idólatras por todos lados, Quispe con sus ojos eurocéntricos, nos ve adorando a “los trapos” y a “los palos coloniales”. No tiene otra manera de comprender nuestra existencia, nuestra vida, nuestras creaciones y nuestra política, más que a través de sus limitados dogmas. En consecuencia, con su credo nos acusa de TIJIDOLATRÍA y FALOLATRÍA, condición que, según él, nos distrae de las verdaderas luchas de los pueblos que como “gran iluminado” solo él puede ver y entender, porque no tiene las ataduras que a nosotras nos convierten en idólatras. ….. El inquisidor Quispe, al igual que sus antecesores, también ha sacado sus escritos de exhortación e instrucción contra las idolatrías, o contra la tejidolatría y falolatría. En ellos nos quiere convencer de que “los trapos” que usamos fueron impuestos por los españoles, cual si esta agresión fuera una novedad para nosotras. Llevamos décadas contrarrestando esta idea facilista que Severo Martínez, historiador de izquierda, plasmó en su libro La Patria del Criollo en la década de los 70 del siglo pasado. Cada vez que doy alguna conferencia en la Universidad de San Carlos de Guatemala, surgen “generosos” profesores y estudiantes, “preocupados” porque seguimos usando “ropas coloniales”. Sabemos de memoria lo que mucha gente criolla, ladina o mestiza, de cualquier tendencia, piensa sobre nuestra ropa, porque es más fácil eso que pensar en su racismo. ….. Hemos leído, cualquier cantidad de libros donde nos muestran “la influencia española en el traje indígena”[6], o donde comparan cómo nuestros trajes son de origen “morisco”, “judío” y “chino”, para decir que somos incapaces del más mínimo invento y de la más remota creatividad. Incluso hemos tolerado a quienes piensan que no conocíamos la ropa, o a aquellos otros que comparando los trajes “primitivos” de los españoles y los de los indígenas actuales, piensan que si hay un triángulo, círculo o rectángulo en ambos es obvio que lo inventaron los españoles, porque nosotros solo podemos copiar. La violencia episteme colonial es tan fuerte, que no se aplica para nuestros Pueblos ni siquiera el elemental concepto antropológico de invención paralela, que da cuenta de cómo las sociedades inventan al mismo tiempo, cosas parecidas, sin tener contacto entre ellas. ….. Junto a sus acusaciones de tejidolatría y falolatría y de usar ropas coloniales, el inquisidor Quispe, nos presenta como miserables, lastimeras y repugnantes[7]. Al igual que la gente criolla, ladina y mestiza racista que se considera “piadosa” dice que le “duele” y se conmueve al “vernos envueltas en esos trapos”, que solo nos destinan a ser sirvientas. Quispe orina fuera de la bacinica todo el tiempo. La casa patronal es uno de los lugares donde el proceso de etnocidio se acelera, porque en gran coincidencia con el inquisidor Quispe, a las patronas y patrones les da asco nuestra ropa, por eso, colocan uniforme o vestimenta occidental a las trabajadoras de casa particular[8]. Pero él nos convierte a nosotras y a nuestra indumentaria en el problema en vez de verlo en el sistema colonial-patriarcal. ¡Vaya coincidencia! Los criollos y ladinos siempre nos han visto como el “problema indígena”. ….. El señor Quispe también dice que aboga por “nuestra liberación”, por las cadenas que nos imponen esas “envolturas coloniales”. Ni se entera este patético inquisidor, del tiempo que llevamos respondiéndoles a las feministas coloniales que nos han llamado “fósiles vivientes”, que piensan que “nuestros hombres” nos imponen estas ropas, mientras que ellos andan “modernos” y “evolucionados”. Tampoco se entera de nuestras críticas y construcciones internas frente a los hombres indígenas, y cree que no sabemos lo que significamos para el Pueblo Maya y para el país. No le pido al inquisidor que lea nuestras décadas de pensamiento plural, porque como buen macho falocentrado se cree con el derecho a darnos lecciones. Piensa el inquisidor que, porque hay mujeres mayas vestidas como tales, adornando las mesas de los distintos gobiernos de turno, o porque algunos indígenas lucran vendiendo a su pueblo, todas las que reivindicamos los conocimientos de las mujeres indígenas y la vestimenta maya somos pro-gobierno, pro-capitalismo y pro-cooperación. Se le olvida que hay izquierdistas y dirigentes populares pactando con militares genocidas y no por eso, decimos que todos son iguales. Las “brujas mayas” El ataque del inquisidor Quispe contra las mujeres mayas que lo confrontaron fue ruin. Hizo uso de la descalificación, de las falsas acusaciones y de mecanismos de degradación. Tal parece ser que es su forma de tratar a las mujeres mayas que no se le somenten. En las redes sociales la compañera Judith Chocooj denunció que este señor la agredió llamándola “indita ignorante”, pero desconozco si la agresión en que se fusiona la violencia racista y machista, tuvo seguimiento alguno. A pesar de los debates difíciles y las diferencias entre hombres y mujeres mayas, no es común escuchar que dentro de las luchas políticas un hombre maya pueda llamarnos “inditas ignorantes”. Esto genera dudas sobre la procedencia, la “formación política” y las intenciones del inquisidor Quispe, quien legitimó su violencia a partir del apoyo que recibió de algunas mujeres y hombres indígenas, y de mucha gente ladina y mestiza de todas las tendencias incluyendo de la izquierda, que para fines de lo que decían, evidenciaron que su izquierda es la otra cara de una misma moneda del sistema de dominación colonial. ….. El inquisidor Quispe sabe muy bien que las agresiones contra las mujeres indígenas suelen encontrar un respaldo efectivo donde el racismo-sexismo son el pan de cada día. Así, construyó una falsa imagen de quienes según él “solo se dedican a defender los trajes típicos”, que cualquier persona descontextualizada, podría darle la razón. Junto a sus seguidores y seguidoras se refirieron a las mujeres que los enfrentaron como: “estancadas”, “puristas”, “policías de la identidad”, “inquisidoras desesperadas”, “mayas fashion” etc. Incluso acusó a las mujeres que lo retaron, de esclavizar a las abuelas tejedoras para obtener sus trajes; su retorcida visión no tiene límites. Parece risible pero el inquisidor colocaba insistentemente en los muros de sus detractoras, su panfleto titulado “tejidolatría y falolatría indígena”, según él de gran iluminación para nosotras. Algunas retiraban su escrito y él volvía a pegarlo, enviándoles a la vez mensajes, como el siguiente: “¿miedo?”, “¿miedo?”, “¿miedo?”, lo que se convirtió en un acoso cibernético. ….. Como era de esperarse, recurrió a la clásica táctica de guerra usada para desacreditar la creación política de las mujeres mayas. “¿Feministas mayas en defensa de FALOLATRÍA? ¿Cómo será eso?” escribió en un mensaje grande en colores rojo y negro. Independientemente de si alguna de las que lo retaron se nombra o no como feminista, situación que desconozco, llamar feministas a todas, significaba esperar como respuesta el rechazo de los hombres indígenas hacia estas mujeres, por la inadecuada comprensión que existe del feminismo. Y por el otro lado, llamarlas defensoras de la falolatría, despertaría contra ellas el rechazo de las feministas que siempre han criticado a las mujeres indígenas por no tener luchas exclusivas como mujeres sino como Pueblos. ….. Así, el inquisidor Quispe buscó crear una sensibilidad desfavorable para las mujeres mayas que valientemente lo confrontaron; su estrategia ha funcionado puesto que varias de ellas han sido atacadas y tachadas como “brujas”, “perras” “putas”, “locas” por hombres, ladinos e indígenas, que piensan que el “lugar de las indias” está en la cocina o en el baño, pero no en nuestra cocina ni en nuestro baño, sino en los de ellos, como sus sirvientas; también nos han dicho que nuestro lugar está en la cama de los burdeles baratos, como corresponde a las “indias putas”. Está demás recalcar la violencia de estos mensajes. Los alcances de la violencia del inquisidor Quispe Las agresiones del señor Quispe endulzan los oídos de mucha gente, que desde siempre han tenido la intención de que los Pueblos Mayas desaparezcamos, bien sea a través del genocidio o a través del etnocidio. Existe también una izquierda y movimientos populares que desde hace mucho no quiere ver indígenas y menos mayas, se empeñan en imponernos una identidad como “pobres”, “campesinos”, “proletarios” o “trabajadores”, porque solo de esa manera pueden construir “la base” de su “revolución”. Dice el inquisidor Quispe que en “nuestros pueblos hay luchas fecundas” con multitudes de gentes que no visten “los trapos coloniales”, seguramente habla de la realidad del país de donde viene, porque eso no ocurre en Guatemala. En este país, en todas las luchas están las mujeres indígenas que con toda dignidad usan vestimenta maya. Infelizmente cantidad de presos y presas políticas son mayas, pero no se avergüenzan de vestir como tales. ….. La violencia pública a través de la estigmatización y el ostracismo contra las mujeres indígenas, las autoridades indígenas y nuestros símbolos son viejas forma de sembrar la desconfianza, romper la solidaridad y el sentido de Comunidad y de Pueblos; operan como mecanismos de guerra de baja intensidad. La Europa inquisitorial sigue habitando nuestras tierras a través de una izquierda simplona y etnocida, como la del inquisidor Quispe, quien con su vieja letanía viene a decirnos como vivir y como pensar. ….. Pero este individuo es insignificante, sino fuera porque se le ve vinculado al Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), un movimiento al que de alguna manera hemos respaldo, debido a que ha sido golpeado por el asesinato de sus integrantes en estos últimos meses. Por el respeto que CODECA nos merece, le hemos preguntado públicamente si sus luchas populares pasan por aniquilarnos como Pueblos Indígenas. En respuesta hemos recibido mensajes que se resumen en un “Viva CODECA”. Al igual que en otros movimientos, no dudamos que en éste haya mujeres valiosas construyendo sus ideales con esperanza, pero para quienes estamos comprometidas en la lucha contra el colonialismo, igual que contra el patriarcado y el capitalismo, estos signos no nos presentan buenos augurios. Nunca una lucha puede imponerse aniquilándonos como Pueblos, burlándose de la creación, trabajo y resistencia de las mujeres indígenas, y sobre todo, ejerciendo violencia de la cual estamos hartas. ….. Aunque no puedo hablar por todas las mujeres indígenas, a lo largo de muchos años, hemos ido construyendo desde la tensión y pluralidad, reconociendo que la historia nos ha hecho distintas. Seguiremos defendiendo la vida, construyendo Comunidad y construyendo Pueblo, desde la defensa de todo lo que da sentido a nuestra vida. Seguiremos luchando por la vida, por el agua, por el territorio, contra el genocidio, contra el etnocidio, contra la trata de mujeres, contra el feminicidio, contra la servidumbre, contra el empobrecimiento, contra la folclorización-mercantilización de nuestros cuerpos, y contra toda forma de despojo. Continuaremos reivindicando nuestra forma de hacer política, nuestros saberes antiguos y contemporáneos, el arte, la música y el trabajo concreto de mujeres tales como las tejedoras. Seguiremos construyendo Pueblo porque las mujeres somos Pueblo Maya. Guatemala, 18 de agosto del 2018. Foto de portada: Carla molina [1] https://tujaal.org/pronunciamiento-ante-espectaculo-racista-en-filgua-2018/ [2] Es sobre estos principios que nace y se sostiene el Movimiento Nacional de Tejedoras, que se distancia de cualquier organización cuyo objetivo sea el lucro con “la cultura” y los saberes indígenas. [3] Esto que a mi juicio fue un campo de batalla, se libró en las redes sociales a partir del pronunciamiento contra FILGUA, el 13 de julio 2018 hasta más o menos fines de ese mes; pero aún sigue teniendo consecuencias. [4] No hablaré sobre las varas de autoridad respetando el silencio que las autoridades han mantenido. [5] Sobre esto puede consultarse: Otzoy, Irma (1992) Identidad y trajes mayas. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4011029.pdf. Cumes, Aura (2016) Saberes colectivos de mujeres mayas frente a la lógica mercantilista del tejido maya, Movimiento Nacional de Tejedoras, Guatemala. [6] Entre otros, Arriola de Geng, Olga (1991) Los tejedores en Guatemala y la Influencia Española en el Traje Indígena. CIRMA, Guatemala. [7] Trabajos como el siguiente describen con claridad. Velásquez, Irma Alicia (2005) “Traje, folclorización y racismo en la Guatemala posconflcito” en Racismo en Guatemala. De lo políticamente correcto a la lucha antirracista, Meicke Heckt y Gustavo Palma, editores. Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala, Guatemala. [8] Sobre ello puede consultarse: Cumes, Aura (2014) La “india” como “sirvienta”. Servidumbre doméstica, colonialismo y patriarcado en Guatemala. Disponible en: http://repositorio.ciesas.edu.mx/handle/123456789/283 Post Views: 1,068 Comparte en sus redes: Etnocidio Racismo Aura CumesRacismo
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Gracias Aury por su profundo trabajo y contundente explicación al Señor Quispe y sus aliados y aliadas. Para nosotras que tenemos clara nuestra identidad y lucha es un aliciente para nuestro caminar ya que en muchos espacios nos encontramos con estos inquisidores e inquisidoras. Responder
Saludos cordiales, gracias por escribir artículos tan profundos como este. Se constituye en referencia vitales frente a muchos episodios de racismo. Adelante a seguir manteniendo nuestra cultura Responder
“Como es común, el lenguaje colonial no se presenta en tono de debate, menos de diálogo, sino es un ejercicio de violencia a través del cual se emiten mandatos y formas de disciplinamiento. Los colonizadores acostumbran dar órdenes a los “indios” como los patriarcas a las mujeres, porque los y las asumen como inferiores.” (Cumes). Y sigue la idea, es real y palpable. Cómo las “indias” y sobre todo mujeres, nos atrevemos a confrontar, dividir o debatir con el pensamiento blanco, criollo, ladino, mestizo racista. Responder
¡Excelente artículo! No sólo posee una gran solidez teórica y rigor semiótico en el análisis de la ideología racista, sino ofrece suficientes ejemplos para sensibilizar y hacer reflexionar a las personas ladinas acerca de cómo reproducimos el etnocidio en Guatemala. Responder